lunes, 19 de diciembre de 2011

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Los secretos de la inteligencia animal:
Parte (I)

Por: Mariana Loayza (Gaithersburg, Maryland)¿Son inteligentes los animales? Esta es acaso la pregunta que ha dado mayores vueltas por la mente de numerosos científicos y filósofos durante siglos desde los tiempos de Aristóteles. Hoy, luego de numerosos experimentos e investigaciones, se ha llegado a numerosas conclusiones pero sigue siendo mayor el número de interrogantes que el de respuestas.


Chimpancé elaborando herramientas


Como antecedente podemos citar la publicación de la obra La descendencia del hombre (The Descent of man) en 1871, por parte del naturalista Inglés Charles Darwin. Antes de su divulgación, numerosos científicos creían que la vida de un animal estaba exclusivamente guiada y controlada por el instinto; esto es, por una serie de instrucciones innatas llevadas de generación en generación. Dichos científicos sostenían que los animales no mostraban en absoluto señales de inteligencia verdadera o habilidad para razonar, lo cual los diferenciaba de los seres humanos.

Darwin, basado en las observaciones realizadas en cada uno de sus largos viajes, retó dicho punto de vista y propuso que “los animales poseen cierto poder de razonamiento y que la mente animal y humana sólo se diferencian en el grado de inteligencia más no en el tipo”.

Dicho esto, comenzaron a salir a la luz numerosas manifestaciones de casos individuales sobre animales que gozaban de cierto tipo de inteligencia, tal es el caso de perros domésticos en Inglaterra, caballos de carrera en Alemania y Chimpancés en Gambia, al Oeste de África. A través de la experimentación, el psicólogo Americano Edward Lee Thorndike desarrolló pruebas para determinar la habilidad de aprender a cazar de algunas aves como el águila y el conocimiento heredado para tal fin.

La capacidad de los chimpancés para resolver problemas y alcanzar un objetivo fue estudiada entre 1913 y 1920 por el psicólogo Wolfgang Ko¨hler. Y más tarde por la Británica Jane Goodall, quien dedica hasta hoy su vida al estudió del comportamiento de los chimpancés en su entorno natural.

En el campo científico se ha llegado a un acuerdo en considerar como aspectos de la inteligencia animal a la capacidad de éstos de razonar, explorar, resolver problemas, recordar, imitar y construir herramientas para alcanzar un objetivo.

Durante años los experimentos y pruebas realizadas en animales, tales como los tests de “condicionamiento” (cuando un animal se percata de que un evento sucede a otro en cuestión de tiempo) y los de “discriminación” (en dónde el animal determina la similitud de situaciones problemáticas y elige el camino más sencillo para resolverlas) fueron ejecutados con animales extraídos de su medio ambiente para observarlos aislados en cautiverio (laboratorios, jaulas y habitaciones acondicionadas).

Hoy en día se considera que para medir más eficazmente la inteligencia animal, se debe evaluar su capacidad y velocidad de resolver problemas en su ambiente natural.

Sin embargo, a consecuencia de que cada animal posee habilidades muy diferenciadas entre uno y otro, es imposible alcanzar una conclusión general sobre su inteligencia.

El camaleón, por ejemplo, no es un animal comúnmente popular y destacado por su inteligencia; sin embargo es uno de los reptiles mejores adaptados a resolver problemas espaciales, ya que, por ejemplo, si un insecto se encontrase descansando fuera del alcance de su arma principal de caza (su larga y pegajosa lengua) es capaz de memorizar su posición hasta lograr encontrar una ubicación ideal para proceder al ataque.

Un comportamiento altamente inteligente, observado durante años, es el de las ratas, las cuales son extremadamente difíciles de cazar o matar y se adaptan fácilmente al cambio en el ambiente en el que se desenvuelven. Por ello, se les considera animales “generalistas” y adaptados a la supervivencia.

Otros animales como los Koalas y los loros de Nueva Zelanda, son considerados “especialistas”, ya que en su vida diaria no suelen experimentar muchas adaptaciones a circunstancias de cambio y por ello muestran signos de baja inteligencia en su comportamiento en comparación a otros animales.

Un caso particular es el de los delfines, se cree que estos animales desarrollan mayores exigencias y habilidades para resolver problemas, adaptarse y comunicarse estando en cautiverio (zoológicos, centros de diversiones y exposiciones) que en su propio ambiente natural. Dichos animales poseen un cerebro grande y un sistema de ecolocación altamente avanzado, el cual, sin embargo no llega a ser un órgano asociado a altos procesos de pensamiento.

Todos estos ejemplos nos llevan a pensar en que debe continuar la realización de experimentos y observaciones en el propio hábitat natural de los animales y que el criterio científico de medir la inteligencia debe llegar a un acuerdo. Si se considera a la inteligencia como la habilidad general de aprender rápidamente y con ello recordar, resolver problemas e imitar, entonces muchos animales son grandiosamente inteligentes. En un próximo artículo presentaremos cómo empieza a conocer y aprender un animal: desde la escuela de su hogar.
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Menosprezo à Ciência: Provocação ou ignorância ? artigo de de Efraim Rodrigues | Portal EcoDebate

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